“Si tu mal tiene remedio ¿Por qué te quejas? Si no lo tiene ¿Por qué te quejas?”
Proverbio oriental.
La queja o ese rechazo a la situación presente hace que veas la vida desde un filtro de negatividad debido a que te estás enfocando constantemente en lo malo. Esto provoca que aparezca la ira, la indignación, la ofensa y la frustración de manera inmediata. También hace que te vuelvas hipersensible ante la más mínima contrariedad.
Todo esto hace que dejes de ver todo lo bueno que hay en tu vida y en los demás. Además de actuar siempre desde la reactividad produciendo conductas y acciones menos efectivas. Tal vez creas que la queja te ayudará a cambiar las situaciones y a las personas de manera «mágica» o que te hará liberarte de la ansiedad que sientes o inconscientemente a sentirte un poco superior. Pero según tu experiencia,¿es así?
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Cerebro y decisiones
Tu cerebro es una máquina de emitir juicios, realizar pronósticos y sacar concluiones. Así trata de adivinar el comportamiento de los demás o lo que pasará en el futuro utilizando para ellos recuerdos del pasado. Eso te ayuda a tomar decisiones rápidas que pueden ser muy útiles para tu supervivencia. Pero por otro lado, al realizarlas tan velozmente también te hace cometer muchos errores de predicción.
Lo que es y lo que debería ser
La queja surge cuando aparece una discrepancia entre algo que ha sucedido con algo que creías que debería haber pasado. Tú creías que las cosas deberían haber sido de una determinada manera y no fueron así. Creaste una «plantilla» en tu mente con la expectativa de cómo tendría que ser la realidad y esta no encajó. Te dices: “Esto tendría que haber sido diferente a lo que ha sido”.
Te enfocas en la carencia, en lo que falta, en que la situación no fue de la manera que tú querías o en lo que «sobresale» o en lo que no se rellenó de esa plantilla imaginaria que diseñaste de la realidad futura. Hay un juicio negativo con respecto a algo o alguien. En definitiva, es un rechazo a la situación presente.
Puede que no seas consciente de ello pero esperas que todas las situaciones se desenvuelvan de una determinada manera, que se ajusten a tus planes, a tus deseos o a tus intereses. Y cuando la realidad no es así, te quejas. Aparece la comparación entre tu imagen mental y la realidad. Así, la causa de la queja es tu idea sobre lo que debería ser y su comparación con lo que es. No es nada del exterior. La realidad presente no tiene la culpa de que hayas creído que tendría que haber sido de una determinada manera. Es tu interpretación la que la hace negativa.
A través de tus recuerdos tratas de adivinar lo que ocurrirá a continuación para tomar la mejor decisión posible. Por lo que lanzas muchas hipótesis tratando de vislumbrar la realidad. Así, tienes que tener claro que cada pronóstico o idea es una posibilidad no la realidad. Pero cuando tomas uno de esos pronósticos como la realidad, crees que será así y si esta no se cumple pues aparece la decepción, el desengaño y la queja.
La situación real es la verdad, la expectativa de tu mente una ilusión. No obstante, cuando esta realidad no se ajusta a esa ilusión te molestas. Crees que las cosas deberían haber sido como te imaginaste. Te molestas por cosas que imaginas y que no existen. Es como pronosticar que el cielo será de colores mañana y al verlo azul te enfadaras. No importa si crees que tus suposiciones sí son “lógicas” y “razonables”. La realidad es testaruda.
¿Cuál fue la última vez que estabas seguro/a que iba a ocurrir algo y no fue así?
Malos pronosticadores
Afortunadamente, en muchos casos, es bueno que no aciertes en algunas de tus predicciones ¿Cuántas cosas malas te has imaginado que no se han cumplido? Algún ser querido no llega a la hora que te dijo y lo primero que te viene a la cabeza es que algo malo le ha pasado. Por suerte no eres bueno/a haciendo predicciones, y ese ser querido llega un poco después y te comenta que había un atasco enorme.
Pero te fijas en lo que crees que sí tendría que ser, en lo que hubiera sido mejor (para tí) y no fue. A eso le das una gran carga emocional.
Parece en definitiva que la queja o la negatividad aparece ante una expectativa incumplida. O al menos no cumplida de la manera que tú querías. Si culpas al mundo no aprenderás de tus errores al achacárselos al exterior, a cosas que no dependen de ti.
Pero ha sido sólo una idea, nadie te confirmó que lo que crees que va a ocurrir acabe pasando. Son estimaciones. Y son magníficas para ir ajustando tu criterio e ir aprendiendo, pero no para resistirte a lo que sí ocurre. Estos pronósticos tienen que ser flexibles y maleables, no rígidos. Con actitud curiosa y no juiciosa. No responsabilizar al mundo por no atenerse a tus expectativas y aprender de tus fallos en las mismas.
Así que usa los deberías como orientación no como la realidad futura. Compara, pero desde la curiosidad no desde la indignación, el reproche o la negación. Aprende de los desajustes entre hipótesis y realidad. E irás haciendo mejores predicciones y a aceptar los errores.
Pon atención en las cosas que sí han ocurrido como te imaginaste, que sí confirmaron tus hipótesis. Puede que de todo lo ocurrido algunas cosas sí hayan pasado como pronosticaste aunque otras no.
También habrá habido situaciones que te resultaron más fáciles de lo que creías o que alguien te ayudó para que fuera más rápida y cómoda alguna gestión y en otras incluso conseguiste más de lo que esperabas. Pero estas cosas se olvidan pronto. Y si solo te fijas en lo malo o en lo que no ocurrió pues llegará la queja y el malestar.
¿Cuál fue la última vez que la realidad superó tus expectativas? ¿Cómo te sentiste? ¿Durante cuánto tiempo?
“Nadie se queja de tener lo que no merece”
Jane Austen
Esto no me gusta
Muchas veces te quejas por la opinión o la interpretación que haces de algo que alguien a dicho o hecho. O por el resultado de algo, o por determinado procedimiento o por las opiniones que tienen otros con respecto a cualquier cosa. Piensas que las cosas se tendrían que haber hecho de otra manera o que no me tendrían que haber dicho esto o lo otro.
Por ejemplo, discusiones de parejas, conflictos con compañeros de trabajo o de estudios, desavenencias con familiares. Pero es tu juicio el que genera el malestar no la acción en sí misma. Una vez más dices “no” a la realidad.
¿Qué te han dicho o te han hecho que te ha gustado hoy? ¿Puedes obligar a los demás a que piensen de una determinada manera? ¿Hasta qué punto depende de ti?
Un pasado difícil
Otra fuente de quejas es tu pasado. Cosas que deberían haber ocurrido o no. Que tus padres o profesores deberían haber sido más comprensivos o cariñosos, o haberte hecho más caso. También pudieron ocurrir algunos eventos desagradables. Te puedes reprochar cosas que no hiciste y otras que sí. Situaciones en la que supuestamente no estuviste a la altura: ” Si hubiera sido más valiente, más listo/a, más divertido, más trabajador/a…”
A todo esto le añadimos también los atributos físicos. “Si fuera más alta/o, más guapo/a, más delgado/a, sin esta enorme nariz…”Todos tenemos muchas oportunidades de quejarnos si vamos buscando errores o comparándonos constantemente con los demás.
Pero parece claro que el pasado es inamovible y no puedes modificarlo. Tampoco puedes cambiar determinados atributos físicos, pero hay otras muchas cosas que sí puedes modificar, pero hay que emprender acciones y trabajar. Puedes modificar tu actitud ante los hechos, enfocarte en lo positivo y en los beneficios que hay en casi todas las situaciones. Puedes modificar la interpretación que has hecho sobre el pasado o la generalización que produjo y que se mantiene en el presente. Únicamente con la queja no se producirá el cambio.
¿Qué atributos te gustan de ti? ¿Qué etiquetas negativas tienes de ti y que proceden del pasado?
Ideas ilusorias
Piensas, a veces inconscientemente, que si te quejas y enfadas podrás corregir el desajuste y que las cosas se modificarán a como deberían haber sido por «arte de magia». Gasto de energía inútil en muchos casos. El enfado o la ira puede dar resultado a corto plazo, pero a la larga no es la mejor estrategias para andar por la vida.
Si unes la historia de tu pasado con tus juicios e ideas sobre lo que crees que eres en el presente formaras una idea de ti que, si la asumes con tu verdadera identidad, te limitará en muchas de las cosas que hagas y decisiones que tomes. Te sentirás condicionado/a y atrapado/a en una vida y una persona que no te agradan, pero de la que crees que no tienes escapatoria.
¿Crees realmente que la queja crónica te ha ayudado a mejorar tu vida?
Ideas erróneas
Tal vez tienes unas expectativas irracionales de que todo te tendría que ser fácil, cómodo, rápido y sin molestias. Que los demás tendrían que ser amables, solícitos y colaboradores contigo y estar pendientes de tus necesidades. Que tú tendrías que haber hecho las cosas perfectas o haber sido más… y que el pasado determina tu yo presente y futuro por lo que estás condicionado/a irremisiblemente.
Y te resistes a invalidar estas creencias a pesar de las numerosas pruebas en contra que has tenido. No quieres aprender la lección que te dan una y otra vez y sigues aferrado/a a ellas, quejándote y enfadándote cuando no se cumplen.
Tu cuerpo, como el de todos, es “perezoso” y le gusta ahorrar la mayor cantidad de energía posible y vivir de manera rutinaria y sin obstáculos ni contratiempos. Pero esto no pasa habitualmente. Suele haber contratiempos, imprevistos y errores de cálculo que te dificultan muchas de tus acciones. Si a eso le añadimos malestar, nerviosismo, enfado, impaciencia o frustración complicarás aún más la situación.
Piensa que todos los contratiempos, crisis y obstáculos de tu vida no están ahí para fastidiarte sino para aprender y crecer. Y que cada uno es una oportunidad para ello.
¿Te viene a la mente alguna creencia que a pesar de haber sido refutada en muchas ocasiones sigues creyendo en ella?
Reclama cuando sea necesario
Utiliza la queja cuando se vulneren tus derechos o por incumplimiento de tipo legal, ético o moral contra tu persona o algún colectivo. Reclama todo lo que sea necesario. Di “no”, pon límites y enfócate en lo importante. Pero haz todo esto desde la serenidad no desde la reactividad ni la negatividad. Y si no puedes hacer nada, acepta la situación sin resentimientos. Pero no te quejes sin actuar.
¿Cuál fue la última cosa de la que te quejaste sin emprender ningún tipo de acción? ¿Te ayudó a cambiar las cosas?
“Si algo no te gusta cámbialo. Si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud, pero no te quejes.”
Maya Angelou
Valora
Aprecia lo bueno que hay en la situación, en tu vida, en el comportamiento ajeno, en lo malo que no ha ocurrido y que sueles olvidar. No es lo mismo que alguien llegue 15 minutos tarde a tu cita a que no llegue o que se le haya olvidado a que le haya surgido algo importante.
Date cuenta que muchas de las conductas de los demás que te han desfavorecido no tenían esa intención. Nadie es perfecto, todos nos equivocamos, y muchas veces perjudicamos a alguien aunque no era esa nuestra intención. Seguro que a ti también te ha pasado. ¿Recuerdas alguno de ellos?
Si percibes que tu perjuicio no fue causado a propósito se reducirá el sentimiento de injusticia e indignación y la queja no aparecerá. Aprende a perdonar tus errores y te será más sencillo perdonar el de los demás.
¿Qué pierdes?
Para terminar, pregúntate. Ante la queja, ¿Qué te estás perdiendo? ¿Hay cosas positivas que valorar o aprender? ¿La negatividad te nubla demasiado para ver la situación con mayor claridad? ¿Importará esto en una semana o en un año? ¿Merece la pena desperdiciar este momento con emociones negativas? ¿La queja te ayuda a aprender de tus errores de pronósticos? ¿Te ayuda a ser más compasivo/a ante tus errores y los de los demás?
Conclusión
Hay cosas que no dependen de tí y aunque desees controlar el mundo y a los demás no puedes. Aunque te gustaría predecir lo que pasará a continuación o lo que hará alguien fallas demasiado como para aferrarte a esas hipótesis y darles marchamo de certezas.
Vendrán cosas malas, dolor y sufrimiento. A todo el mundo le pasa, acéptalo y prepárate para ello. Podrás quejarte, pero ocurrirán igualmente y añadirás mayor malestar a la situación. Una cosa es sentir el dolor puro de una golpe de la vida y otra muy diferente añadir sufrimiento (evitable) por resistirte a la situación presente producido por un diálogo interno devastador y unas expectativas rígidas.
Aprecia todas las cosas buenas que hay y todas las cosas malas que no han pasado.
Toma conciencia de todo lo que te estás perdiendo cuando te estás quejando. Si se activa el modo víctima o quejica, de tu mente surgirán una serie de pensamientos negativos sobre todo. Perderás tu estabilidad, las emociones te arrastrarán e impedirán que utilices la razón de manera adecuada y te será más difícil aprender de las situaciones para mejorarlas en un futuro.
El pasado no condiciona irremediablemente tu futuro.
Lo que crees que eres no determinará tu vida si crees que puedes cambiar dicha idea.
Por último, piensa si a los demás les gustaría estar junto a alguien que se está quejando constantemente. ¿A ti te gustaría?
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